ENTREVISTA

Cuando el amor acaba no hay por qué seguir

06/05/2015 18:30:47
Bernardino Vázquez
agendatlaxcala
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*Bernardino Vazquez Mazatzi

Cuando el amor acaba no hay por qué seguir

Tania ha querido suicidarse infinidad de veces, de muchas formas y siempre por el mismo motivo: el amor, o la traición, o la duda...

A Tania le llegó la verdad de forma cruel y justo cuando creía vivir en una telenovela rosa, en un cuento de hadas, en un castillo de cristal o en un mundo aparte. Nos cuenta...

"Me casé a los 16 años con el único novio y verdadero amor de mi vida. No sé, en ese tiempo creí que no me hacía falta conocer a otros, o necesitar de nadie más, ni buscar nada en nadie que no fuera él"

"Ambos íbamos a la secundaria cuando me pidió que me fuera a vivir a su casa. No, pues cómo, le digo, por qué no hacemos las cosas como Dios manda y me dice: no manches, si le digo a mis jefes me mandan al diablo y sí, lo mandaron. Nomás les dijo que nos íbamos a juntar y que lo corren de su casa y pues ya, estuvimos llore y llore esa tarde"

"Yo estaba perdidamente enamorada de él. Si en ese momento me hubiera dicho que me matar en su honor, te juro que me mato, en serio, de ese tamaño. Si alguien me hubiera pedido un riñón o un pulmón para dárselo a él yo misma me lo quitaba, con eso te digo todo. Por eso cuando me pidió que nos fuéramos a vivir juntos lejos de nuestros papás ni pero le puse"

"Bueno él era guapo, simpático, bien alegre, ocurrente... le gustaba declamar, escribir poesías, y sobre todo era muy detallista... al menos como novio. Como esposo pues, qué te diré, era muy hombre, potente... ¿me explico? Me mimaba mucho, me hacía reír, me llenaba de esperanzas cuando no teníamos ni para comer"

"Déjame decirte que no nos aceptaron ni en su casa ni en la mía. Nos mandaron derechito a la chingada: váyanse al diablo pinches escuincles calientes, cómo es que se les ocurrió juntarse, pero ya se les pasará la locura, nos dijeron. Y bueno, para qué te explico, rentamos un cuartito pero no teníamos ni una silla, ni un plato, ni una cuchara, nada, pues. ¡Y cómo nos costó salir adelante, no sabes cómo se sufre cuando se empieza de cero!"

"Claro, con el tiempo pues compramos un terrenito, hicimos una casa que techamos de asbesto, tuvimos hijos... fuimos inmensamente felices... yo era la mujer más dichosa del planeta y de la galaxia. Mi casita era chica con un jardincito bien florido, pero en realidad era un palacio, un inmenso castillo con un rey, una reina y las princesas y príncipes; yo era la mujer más satisfecha sexualmente hablando; tenía a mi lado a un hombre en toda la extensión de la palabra"

"Bueno pues él me ayudaba en la casa; lavaba los platos cuando yo hacía la comida; barría la casa cuando yo lavaba la ropa; vestía a las niñas y los niños... siempre me apoyaba en todo, siempre estaba atento y dispuesto a todo. Como padre era ejemplar. Cuando no podía llevar a los niños a la escuela llegaba temprano para ayudarles a la tarea; les contaba un cuento, los hacía reír, les cantaba una canción... qué más te puedo decir..."

"¿Conmigo? Bueno pues, no sé cómo decírtelo, o no sé hasta qué tanto te puedo contar; tal vez una mujer sí me entendiera pero pues puedo decirte que yo era un mujer plena a su lado. Él era incansable en la cama, era el sueño hecho realidad, era el amante perfecto, el que te eleva a las estrellas, el que te hace sentir todo... ese era mi marido..."

"Yo no creía en la infidelidad. No la creía en él. Todos, absolutamente todos podrían serlo, pero no él, imposible. Él me juraba amor eterno, para siempre, para toda la vida; me decía que me iba a amar hasta en el último minuto de su vida y más allá de la muerte. Y yo se lo creía porque me lo demostraba a cada segundo; nos amábamos mucho, fuertemente, a cada segundo ¿Qué podría fallar?"

"Todo empezó una tarde en que recibí un mensaje en mi celular. Era de una vieja estúpida a la que nunca le caí bien. Me preguntaba por mi esposo y yo no le contesté, pero me mandó otro mensaje en el que me decía: te lo mando como a las siete y media así es que espéralo como a las ocho. Y sí, llegó como a esa hora. Y luego de ese mensaje llegaron otros y otros, pero lo peor es que coincidían mucho con las actividades de mi esposo, prácticamente le medía el tiempo"

"Sí, se lo dije. Mira, le digo y él me dice: no hagas caso a esas estupideces, mándala al diablo y ya, terminó todo. Pero siguieron los mensajes, incluso de otras mujeres. Alguna hasta me dijo el color de la ropa interior de él. Me molestaba mucho esa situación; se lo dije y me pidió paciencia, me juró que iba a actuar contra esas mujeres, hasta que llegó el momento de la verdad o, el principio del fin"

"Una vez llegó un mensaje en el que una mujer decía estar embarazada de él. Lo extraño es que lo creí inmediatamente. Y se me cayó el mundo. Luego me pedía que lo dejara, que él ya no me amaba, que en realidad yo era un obstáculo en sus vidas y en su felicidad; me rogaba dejárselo, porque según ella, yo ya lo había disfrutado mucho..."

"Cuando llegó sólo le pregunté si era cierto y sólo agachó la cabeza. Le pregunté a gritos por qué y sólo se puso a llorar. Yo hubiera querido que él lo negara, que se defendiera, que me volviera a tomar de las manos y me protegiera diciéndome que ya mañana las cosas serán mejor. Pero guardó silencio y con eso me dijo todo. Y así se acababa todo, simplemente todo"

"Yo creo que la muerte y la verdad son lo mismo: duelen, duelen mucho. Mi hogar se derrumbaba como si estuviera hecho de sal. Mi familia desaparecía ante mis ojos y yo no podía hacer nada, el amor de mi vida se me esfumaba, se me iba entre los dedos y no lo podía detener. Esa noche fue la primera en que pensé en el suicidio"

"Bueno, siguieron días de infierno. Todas las tardes le preguntaba el por qué y todas las tardes su silencio. Es que, amigo, yo quería saber, tenía derecho a saber en qué fallé, qué le faltó conmigo, qué pudo tener esa que no encontró conmigo... y sólo el silencio, siempre silencio"

"Una tarde se arrodilló a mis pies y me pidió perdón. Me dijo que estaba arrepentido, que no supo lo que hizo, que fue un momento de debilidad, que lo perdonara por nuestros hijos, por nuestro pasado, por nuestro futuro; lloró como un niño y yo lo perdoné por amor. Pero las cosas ya no fueron iguales, pesaba la sombra de la realidad. La realidad dolía, la verdad se nos untaba a la cara a todo momento"

"Los hijos lo supieron. Y lo despreciaron. A ellos también se les cayó el mundo. Y a partir de ese momento lo empezaron a odiar, a rechazar, a negarlo como padre a pesar de que yo trataba de impedirlo. Y bueno, como pareja no fue ya nada igual. Cuando intentaba tocarme le recordaba su traición, le echaba en cara mi dolor..."

"Lo corrí... simplemente le dije que se fuera de la casa. Los hijos prácticamente lo sacaron con sus cosas personales. Y se fue... y ese primer día de ausencia marcó mi inicio en los intentos de quitarme la vida... por la noche amarré un cordón de la ventana y que me dejo caer; si no hubiera sido por el escándalo que hice nadie se entera y me mato. Pero mi hermana me descolgó a tiempo"

"Bueno, es que de verdad no me importaba nada, ni mis hijos, ni comer ni dormir... nada. Quedé como robot, como drogada. Lo único que pensaba era en morir, en dejar de sentir, en ya no amanecer, en no volver a ver ni oí nada y a nadie. A partir de esa fecha buscaba cualquier descuido de la familia para cortarme las venas de las manos, para ahorcarme, para subirme a la azotea y querer aventarme, para arrojarme a las llantas de un carro. Mi familia tenía que velar en mi cuarto porque en un descuido me les mataba..."

"Pues ya superé mi obsesión por el suicidio, con terapias, con pláticas de familia, por el amor a mis hijos e hijas. Lo del fracaso en mi vida no. Sigo preguntándome qué pudo haber ocurrido para que él me fallara, qué me faltó darle que lo buscara y encontrara en otro lado, qué lo hizo feliz con otra que no le pude dar... y sobre todo, quiero saber en qué momento dejé de satisfacerlo como mujer; no sé, tengo muchas dudas..."

"Bueno, ya se me quitaron la ganas de matarme, pero sigo pensando que cuando el amor acaba ya no tiene ningún caso seguir. Ahora que ya no quiero ahorcarme ni darme un balazo, pero eso no quiere decir que necesariamente quiera vivir, que ame la vida, que diga: ah, pero que hermoso es vivir... a mí se me acabó la cuerda, el interés por la existencia; ya no hay oxígeno para mí, yo en mi realidad y la traición tengo el más efectivo de los venenos"

Tania ya no llora. Dice que hace tiempo se le secaron los ojos. Su familia, presente en la entrevista reafirma todo lo que dice la señora.

Tania dice que está muerta por dentro. Le creemos cuando nos despedimos de ella...

*Escritor y Periodista

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